COMUNICADO EN EL PRIMER ANIVERSARIO
DE LA MASACRE DEL 7 DE OCTUBRE
No más derramamiento de sangre. No en nuestro nombre.
Con el corazón roto conmemoramos el primer aniversario de la espantosa masacre de mil doscientos israelíes y ciudadanos de otros países y la toma de rehenes por parte de militantes de Hamás. Pero no olvidamos la brutal represalia que ha devastado Gaza, borrado las vidas de decenas de miles de palestinos y desplazado por la fuerza a casi dos millones.
Es difícil decir algo en estos días. Parece que cualquier palabra que se diga herirá a alguien. A los israelíes y judíos les resulta especialmente difícil en este momento decir que Israel debe detener la terrible violencia que se está llevando a cabo en Gaza. No porque muchos no lo piensen, sino porque todo lo que se diga se interpretará como una crítica que alimentará, justificará y promoverá el odio hacia los judíos en Israel y en el mundo; que hará olvidar a los que todavía están secuestrados. En un mundo de mensajes polarizados y de falta de escucha, la capacidad de hablar se está reduciendo cada vez más.
Pero la dificultad para hablar, la capacidad de llegar a acuerdos sobre mensajes, la complejidad de los mismos, no nos exime de la responsabilidad de crearlos. Como israelíes y judíos, en estos días sufrimos el dolor del aniversario del 7 de octubre, una fecha que cambió nuestras vidas. La violencia terrible, todas las víctimas y los secuestrados, que aún están en manos de Hamás. Al mismo tiempo, nos sentimos impotentes frente a la violencia espantosa que el gobierno de Israel está ejerciendo en Gaza y Cisjordania. Una violencia que está costando la vida y la libertad a millones de personas, privándolos de su derecho básico a la seguridad alimentaria y a un techo. Expulsión y muerte. Ninguna de estas medidas ofrece ninguna solución al abismo en el que nos encontramos. Un gobierno que ha sido tomado por fuerzas mesiánicas de derecha deja a muchos israelíes y judíos sin poder expresar su voz; una realidad que lleva décadas empeorando.
Sabemos, conocemos el discurso: solo la fuerza triunfará en Oriente Medio. No hay nada que hacer, esas son las reglas del juego. Pareciera que la realidad se ha reducido a esto: solo un lado sobrevivirá. Sea quien sea, o ellos o nosotros. Cada uno elige quiénes son "ellos" y quiénes somos "nosotros".
Pues bien, no en nuestro nombre. Nos negamos a aceptar estas reglas del juego. La falta de diálogo sólo refuerza estas reglas y este discurso. Hay que generar conversaciones, palabras, en lugar de recurrir una y otra vez a la violencia. Es obligatorio optar por una vía política, es obligatorio poner fin a la ocupación, detener las expulsiones. Por todos nosotros, por todos los israelíes y palestinos que viven entre el río y el mar y que anhelan una vida normal, por ellos y por todos. Nos lo merecemos mucho más que la venganza.
El mundo está lleno de opiniones que nos ponen los pelos de punta, entre los que niegan el 7 de octubre y los que odian el islam, entre los que eligen el antisemitismo y los que ven en Israel la punta de lanza contra el islam en el mundo. Y aun así, entre todas estas opiniones, debemos encontrar la forma de dialogar, no solo con quienes están de acuerdo con nosotros, sino también con aquellos que no lo están. Donde sea necesario, hay que generar un diálogo, una conversación. Elegir las palabras y no la violencia.
Ninguna tierra vale más que las personas que viven en ella, y ninguna causa puede justificar el sufrimiento humano que hemos presenciado a lo largo de este año tan oscuro. Esta violencia ha empeorado aún más la situación. Ningún nivel de violencia y destrucción puede traer seguridad. Debemos construir un futuro en el que ambos pueblos vivan en paz, seguridad, dignidad y libertad.
Por eso, entre la conmemoración del aniversario del 7 de octubre y Yom Kipur (Día del Perdón), pedimos desde el fondo de nuestros corazones el respeto por la vida y la humanidad de todos. Basta de sangre.
Nos unimos al clamor de las personas y grupos judíos que dicen:
No en nuestro nombre
Me sumo al espíritu y el sentir de nuestro comunicado. El 7O marcó un antes y un después en la existencia de Israel y la geopolítica de Oriente Medio en este milenio. Una dinámica que está repitiendo patrones patriarcales y belicistas que nunca han servido para otra cosa que no sea el derramamiento de sangre y el sufrimiento de millones de personas. Hoy debería ser un día de conmemoración en paz, pero no lo es. No solo se cumple un crimen de lesa humanidad perpetrado contra miles de israelíes inermes e inocentes, sino el comienzo de una guerra, que ya dura un año, y que ha añadido más crímenes de guerra contra millones de palestinos en Gaza, y también en Cisjordania. Debemos gritar alto y claro ¡NO a la guerra! ¡No a la intolerancia mesiánica y a la violencia despiadada! ¡Queremos a nuestros secuestrados de regreso! ¡No al gobierno corrupto, ultraderechista y colonialista de Netanyahu! ¡No en nuestro nombre!
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