jueves, 31 de octubre de 2024

NEGARSE A VIVIR CON LA ESPADA EN ALTO

 


- Noviembre 2024 -

EDITORIAL


La relación del discurso de poder y las muestras

de fuerza del nuevo Estado (judío) con la historia

de absoluta impotencia y victimización de la

Shoá empezó a forjarse ya durante la Segunda

Guerra Mundial [...] Este vínculo se intensificó

paulatinamente hasta convertirse en el gran

relato de la redención israelí [...] Tanto la

Shoá como el conflicto árabe-israelí se

separaban de sus contextos históricos

particulares, de sus complejidades y

contradicciones internas como acontecimientos

históricos; se desdibujaba la frontera entre

ambos, de modo que se convertían en entidades

míticas cerradas, impermeables a toda crítica,

que se entrelazaban y respaldaban mutuamente.

El contexto de la Shoá judía y el poder israelí se

erigía así en un factor esencial de la

consolidación de la identidad israelí [...] la

santificación del poder militar israelí, la

patria y sus fronteras, la muerte por la patria…”


Idith Zertal - La nación y la muerte.


Ser objetor de conciencia en Israel es un afán

muy difícil. Es un país construido sobre el

ethos de un pueblo que siempre está

amenazado y será atacado. La supuesta

seguridad lo justifica todo, se transforma

en la razón de ser y el militarismo en un

eje central de la vida pública, política y económica.

El culto de formar parte del ejército se aprende

desde la edad pre-escolar y en todos los espacios.

Ser un alto rango en el ejército es ser un héroe

de la nación, el que da su vida al colectivo.


Dentro de ese discurso se normalizan actitudes

violentas. El reflejo más lamentable de esta

actitud es la deshumanización del otro, de

los palestinos: En este año decenas de miles

de palestinos han sido masacrados y millones

de ellos están oprimidos por el ejército del

estado Israelí, pero aun el sentimiento

preeminente en la sociedad Israelí es ser

víctimas y confiar la seguridad al uso exclusivo

de la fuerza bruta. El peor castigo al que se

enfrentan los y las jóvenes que se niegan a

alistarse no son las penas de prisión sino el

estigma social. Las consecuencias y el daño

moral y psicológico que causa esto en la

población Israelí son interminables. Ese es el

resultado de la sacralización del ejército.


En octubre, dentro del marco de la 26ª edición

del Festival de Cine Judío de Barcelona,

vimos la película Innocence (2022), documental

de Guy Davidi sobre jóvenes israelíes que, sin

otra opción, se encuentran obligados a hacer

el servicio militar, y allí deciden poner fin a sus vidas.

VER TRAILER AQUÍ:

https://www.youtube.com/watch?v=LrcTWr-vpzg

La película saca a la luz un tema oculto

que es tabú y plantea preguntas difíciles,

y cuando Davidi muestra el militarismo

enraizado en la sociedad israelí y el

suicidio como una forma de resistencia,

las sensaciones son aún más duras. Tal vez

esta sea la razón por la que Innocence fue

mal recibida en Israel y solo ha sido

programada por dos festivales de cine

judío de los ciento treinta que hay en el mundo.


¿Cómo es posible resistirse a la maquinaria

militar cuando esta se graba desde la edad

preescolar y forma parte de un sistema

normalizado? ¿Cómo se puede promover

un proceso de paz y reconciliación, cuando

se ha promovido durante décadas la idea

de que las fuerzas armadas podían manejar

el conflicto a la par que la ocupación ha ido

avanzando? ¿Cómo es posible ahora, con

el gobierno más violento de la historia

violenta de Israel, que no quiere escuchar

nada que no sea el ruido de las armas,

incluso a riesgo de asesinar a los rehenes

que siguen secuestrados en Gaza?

¿Cómo hacerlo…?


Hace unas semanas,

ciento treinta soldados firmaron una carta

en la que se niegan a servir en los territorios

ocupados si no se avanza en un acuerdo de

liberación de rehenes y un alto el fuego.

La carta recibió duras críticas por parte del

gobierno, junto con amenazas de arresto.

Esta no es la primera vez que la objeción

de conciencia, la negativa a participar en

la guerra, se convierte en una herramienta

clave en la lucha contra la guerra. Durante

la primera guerra del Líbano se fundó

el movimiento Yesh Gvul, en el que los

soldados se negaban a servir en una

guerra sangrienta y sin sentido.

El movimiento feminista

Profil Jadash (Perfil Nuevo)

ha estado promoviendo el rechazo

a participar en la ocupación y en

el ejército durante muchos años,

al igual que el movimiento Mesarvot.


El 7 de octubre dejó la opción de la

negativa aún más imposible de lo

que ya era antes. La cuestión de

qué se puede hacer frente a un

gobierno que impone su voluntad,

su guerra, inquieta a muchos

habitantes de Israel. Así, en los

últimos días, hemos sido testigos

de una petición de israelíes, hasta

hoy firmada por tres mil trescientos

ciudadanos, que está ganando impulso

y que llama a ejercer presión internacional,

por parte de la ONU, Estados Unidos, la

Unión Europea y todos los países del mundo,

sobre Israel, mediante la imposición de

sanciones, para lograr un alto el fuego

inmediato entre Israel y sus vecinos.

Este paso simboliza de forma aguda

la sensación de impotencia que muchos

ciudadanos en Israel sienten frente a la

máquina militar, que no les deja ninguna

opción, ni en el campo de batalla ni en la

esfera civil, donde en ambas sienten que

no tienen voz, con una política que se les

impone.


Publicamos en este boletín dos entrevistas al

director Guy Davidi aparecidas en los medios

catalanes Vilaweb y Ara, con ocasión de la

proyección de Innocence en el Festival de

Cinema Jueu de Barcelona.

Asimismo compartimos un revelador texto

de Idan Landau, del 2002 que analiza

los argumentos -o más bien consignas

interiorizadas por el conjunto de la sociedad,

que son utilizados para disuadir a los

jóvenes israelíes de su negativa a hacer

el servicio militar. Este escrito pone en

evidencia la ausencia de debate sobre

la prestación militar obligatoria y los

mecanismos de coacción para que todo

o toda joven se vea obligado moralmente

a tomar las armas.


Por último, invitamos al lector a seguir

las comunicaciones y testimonios de la

asociación de ex-soldados israelíes

Breaking the Silence, constituida en

2004 para desvelar al público israelí

los abusos que estaba cometiendo

su ejército contra la población civil

en los territorios ocupados, y más

tarde en Gaza; romper el silencio

es una manera de agrietar la

auto-complacencia respecto al ejército

más moral del mundo” y promover

un debate consciente sobre los límites

y las funciones de la fuerzas armadas.


JCALL BARCELONA-VISIÓN, OBJETIVOS Y CAMPOS DE ACCIÓN

NEGARSE A VIVIR CON LA ESPADA EN ALTO

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